Editoriales con pérdidas millonarias, librerías que no saben si volverán a abrir… El golpe al sector del libro en España analizado desde dentro.

El libro es y será un artículo de primera necesidad (aunque el Boletín Oficial del Estado diga exactamente lo contrario). Al menos, así lo viven los máximos implicados en el asunto, remando desde galeras a contracorriente. Claro está que editoriales pequeñas, medianas y grandes viven la indefensión a diferentes niveles, pero la sensación de desprotección es colectiva ante lo que se considera un error histórico: considerar el libro como un servicio no esencial.

“A efectos del Estado de Alarma, el Gobierno no ha incluido la venta presencial de libros como artículo permitido en esta medida extraordinaria de carácter sanitario”, dicen desde la Confederación Española y Asociaciones de Libreros (CEGAL). Cualquier medida para evitar el contacto humano es una victoria contra el contagio, pero un vistazo a la letra pequeña de la actualización del BOE incrementa el agravio comparativo. La situación actual es tan bizarra que “si un establecimiento tiene múltiples actividades, la parte de comercio de libros debe estar cerrada al público. Y si el espacio no tiene una separación física del espacio de librerías, no puede admitir en la caja la compra de un libro”, subrayan desde CEGAL. Periódicos, revistas sí (menos mal), pero libros… no.

Pese a rescatar del tedio a millones de lectores, gracias a centenares de horas de evasión durante el confinamiento, el agujero negro en las arcas del sector del libro en España estima pérdidas de 1.000 millones de euros. Una herida abierta que, para bien o para mal, marcará el futuro de las editoriales.

Por supuesto que el mundo del libro entiende la excepcionalidad del momento y acata las instrucciones de las autoridades de orden público sin rechistar, pero es natural esperar un guiño público del que manda. Un gesto que, de momento, no llega desde el otro lado.

Por eso, iniciativas de editoriales independientes enviando ánimos virtuales a los libreros son más que loables. Aunque, a efectos prácticos, no resuelven nada. Mensajes de apoyo como “os echamos de menos y queremos que volváis” son un soplo de aire fresco, pero es más urgente que nunca que los fieles seguidores de las pequeñas librerías de barrio compren libros online que recogerán en persona una vez la rueda vuelva a girar.

“En el corto plazo, todos los indicadores apuntan a escenarios catastróficos. No hace falta decir que las librerías y editoriales independientes no es el sector más preparado. Como sociedad, estamos experimentando un momento en el que todo el mundo conviene en la importancia de salvaguardar nuestras libertades y en la necesidad de mantener una red de apoyo y solidaridad: las industrias culturales son ahora un ejemplo claro de agente económico y social que requiere una red de protección”, dice Antonio J. Rodríguez, editor invitado junto a Luna Miguel de Caballo de Troya, un sello de Penguin Random House Grupo Editorial que apuesta por descubrir a los autores del futuro publicando su primer manuscrito.

Una protección que requiere de cuidados intensivos por lo que respecta a pequeños libreros y pequeñas editoriales en comparación con el salvavidas de las grandes editoriales, capaces de pasar la tempestad bajo el cobijo de grupos empresariales con otros tentáculos económicos. “Vivimos tiempos de monstruosas concentraciones de capital: en España, el mercado editorial es básicamente un duopolio repartido entre dos grandes grupos. Fuera del mercado editorial, la economía funciona de esta misma manera. Los tiempos revueltos suelen significar desigualdad, y en la desigualdad ya sabemos lo que ocurre entre peces grandes y pequeños”, añade el editor y autor de libros como Candidato.

Si es posible que editoriales grandes y pequeñas, con diferentes tipo de lectores, encuentren un punto de encuentro es algo que por A o por B aún no ha sucedido. “Todas las editoriales dependen de unos distribuidores, de unos libreros, de unos autores, de unos traductores, correctores, maquetadores, impresores”, dice Miquel Adam, editor en ARA Llibres y Amsterdam Llibres. “Y estos actores son el mínimo común múltiple del sector. Cualquier movimiento que sirva para aliviar uno o varios actores de la cadena servirá para aliviar a los demás. A lo mejor este pensamiento es muy ingenuo. Espero que al menos no sea un pensamiento estúpido”.

No en vano, los editores se han visto obligados a hacer un llamamiento urgente a las Instituciones Europeas para reducir el impacto que la actual crisis va a tener sobre el sector. “Los libros necesitan la ayuda de Europa”, reclaman en mayúsculas en la nota de prensa enviada a todos los medios. “Pedimos a todos los Estados Miembros que apoyen a sus autores, editores y libreros con una serie de medidas. Pero la Unión Europea también tiene un papel que desempeñar. Es esencial actuar con rapidez: el efecto de la crisis es inmediato, ya que las fuentes de ingresos y el flujo de caja se han detenido de manera repentina, lo que implica una grave escasez de liquidez para el sector”.

Las editoriales apuestan por soluciones arriesgadas con la esperanza de que el lector sea benévolo y devuelva el favor en un futuro no muy lejano. Es el caso de Errata Naturae, que defiende que los libros fueron, son y serán de primera necesidad. Con esta premisa se han decantado por publicar libros online abiertos a todo el público. “Pase lo que pase, queremos que sigas leyendo en los próximos días. De modo que, durante la crisis del coronavirus, podrás descargarte gratis una buena selección de nuestros libros. Todos son prácticamente inencontrables en las librerías. Tengamos todos en cuenta que ésta es una situación absolutamente anómala. No olvides que, siempre que sea posible, los libros deben comprarse en librerías”, anunciaron en su cuenta oficial de Twitter.

En un comunicado más extenso que se puede leer en su página web argumentan las razones de su decisión empresarial: “Creemos que las situaciones excepcionales requieren decisiones excepcionales, y que en los momentos críticos debemos olvidar tanto el business as usual como el thinking as usual, y apostar más que nunca por las redes colaborativas, el apoyo mutuo, la empatía, la confianza, la intuición y la improvisación”, argumentan. Un regalo para los lectores que algunas editoriales podrían considerar un «regalo envenenado» para su propio negocio.

“Un editor, un empresario, difícilmente actuará conscientemente contra su propio negocio. Si Errata Naturae y otros tantos han decidido tomar esta medida, será porque algún beneficio, material o inmaterial, esperarán obtener de ella”, dice el editor Miquel Adam. “Es como los quesos que regalan en los supermercados, ¿no? Te lo regalan, te gusta, lo compras, y te gusta tanto que te fidelizan como cliente. Que no hay nada gratis lo saben los estudiantes de primero de economía. Por otra parte, no: los libros no son de primera necesidad. Los libros no se comen”.

Desde Caballo de Troya, no ponen palos a las ruedas a la improvisación empresarial. “Creo que en nuestra cabeza Internet siempre ha sido sinónimo de ‘freemium’”, dice Antonio J. Rodríguez. “Regalamos algo con la esperanza de que alguien pague por una versión expandida de nuestro contenido. Lo estamos viendo estos días con la transición de los medios a modelos de pago, o en la música, donde la aspiración de la mayoría de artista es que la música gratis conduzca a conciertos llenos. Yo no sé si este modelo de regalar contenido pone en valor o devalúa la industria cultural (¿quién no regala sus ideas en Internet?), pero creo que las industrias culturales digitales tienen muy pocas certezas. Creo que hay una buena intención en este gesto y la respeto”.

Otras editoriales han apostado por subir las revoluciones quemando naves en favor de la actualidad pura y dura. Si la pandemia está en boca de todos, pues corona-libro en tiempo récord para adelantar por la derecha y sin intermitente a la competencia. Doce días después del decreto de estado de alarma en España se publicaba Manual para sobrellevar la pandemia en casa con niños y adolescentes. 17 autores escribiendo a toda prisa para entregar una obra que la propia actualidad de la pandemia puede dejar obsoleto a la misma velocidad de la luz. “Por supuesto, como sujetos que vivimos en sociedad tenemos intereses en este tema y queremos leer sobre tema, ¡no hacemos otra cosa! Aunque al mismo tiempo también queremos ocupar nuestras cabezas con otras cosas… Lo que quiero decir con esto es que me parece bien que cada sello o cada autor quiera vender aquello por lo que ha trabajado duro, pero al mismo tiempo hay que ser conscientes de que como sociedad nos encontramos en un estado de ansiedad, alarma y nervios inaudito, razón por la que hay que tener el doble de cautela y empatía hacia quien nos lee”, reflexionan desde Caballo de Troya.

En esta línea de pensamiento, acabar el confinamiento de la mejor manera pasará por saber canalizar tanta energía acumulada. “Como editorial, una buena primera acción de impacto podría ser no perder la cabeza. Llegar al fin de la cuarenta con unas ciertas reservas de salud mental ya me parece suficientemente meritorio”, concluye Antonio J, Rodríguez. Por su parte Miquel Adam, y la editorial donde trabaja, participa activamente en la inciiativa “llibreriesobertes.cat” (Librerías abiertas), respondiendo a diario las dudas de los más doscientas librerías que se han adherido a la campaña. “Respecto el día de mañana, es un auténtico misterio, en absoluto halagüeño. Lo primero que deberemos hacer cuando podamos salir de casa no será reanimar el sector, sino ver qué queda de él”.

Fuente: TRAVELER