Parece increíble, pero todavía hay quienes se atreven a estigmatizar géneros literarios, como si los hubiera de primera y de segunda categoría. Ocurre, por ejemplo, cuando se considera que un lector ha pasado determinada edad y continúa leyendo YA. Sin embargo, leer géneros como los de la fantasía o la ciencia ficción, que tienen a considerarse desde una percepción errónea más inocentes o superficiales, puede ayudar a sobrellevar el estrés o la ansiedad y también puede desarrollar habilidades básicas como pueden ser la empatía, la creatividad o la resilencia.
En realidad cualquier ficción literaria puede fomentar destrezas como el pensamiento crítico o la inteligencia emocional, pero la ciencia ficción y la fantasía se han mostrado especialmente eficaces en ese sentido para los lectores más jóvenes. Tradicionalmente los padres han considerado que la lectura de un libro es recomendable siempre y cuando se considere bueno y proporcione una orientación moral acorde con sus propios valores. Esta creencia se ha utilizado en infinidad de ocasiones a lo largo de la historia para censurar libros, a menudo incluso infantiles.
La pregunta es: ¿cómo desempeña su función educativa la literatura de cualquier género, independientemente de que sea considerada como literatura seria o escapista? Esto es un aspecto fundamental para entender la creencia que existe entre padres y educadores con respecto a lo que los niños deben leer, sobre todo en lo que se refiere al segundo grupo de libros.
Hasta no hace demasiado la idea que se tenía de los lectores de ciencia ficción era la de frikis que no pueden hacer frente a la realidad. Un estudio incluso se atrevió a afirmar que la ciencia ficción hacía que los lectores fueran más estúpidos. Claro que, más tarde, los mismos autores de ese estudio refutaron sus conclusiones y las matizaron añadiendo que eso no ocurría cuando era literatura de calidad. Sin embargo, esto es solo un ejemplo de la ambivalencia que continúa existiendo en el género y que contribuye a crear el estereotipo de que esos libros tienen poco valor o no tratan auténticos dilemas humanos. Estereotipos que dan por hecho que los jóvenes solo pueden enfrentarse a esos dilemas si se asoman a ficciones que sean un reflejo fiel de la realidad.
Ahora bien, está demostrado que la fantasía y la ciencia ficción son géneros que pueden ayudar a los lectores a dar sentido al mundo. En lugar de limitar su capacidad para lidiar con la realidad, la potencian y expanden. Un estudio realizado en 2015 concluyó que los lectores de estos géneros también son consumidores de una amplia gama de libros diferentes y de una gran variedad de medios. De hecho, este estudio hacía hincapié en la conexión que existe entre este tipo de lecturas y la capacidad para comprender conceptos científicos complejos.
Los jóvenes de hoy en día tienen acceso a una cantidad de información sin precedentes. Con el aumento de las dos últimas décadas en las tasas de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental en la población más joven, parece que lo que hay verdaderamente es una sobrecarga de realidad. La ciencia ficción y la fantasía no necesitan proporcionar un reflejo fiel de la realidad para ofrecer historias convincentes sobre problemas políticos o sociales serios. Un autor puede tomar un elemento que sea familiar y convertirlo en algo tan extraño que el lector tenga la suficiente distancia psicológica y emocional como para comprenderlo mejor. Temas como las relaciones sociales o cuestiones económicas o políticas pueden verse desde una nueva perspectiva, con la distancia crítica suficiente.
Esta distancia permite que los lectores manejen mejor la complejidad de esas cuestiones y usen su imaginación para considerar diferentes puntos de vista. ¿Qué mejor manera de lidiar con la incertidumbre que nos asalta en esta época que con formas de ficción que nos hacen sentir cómodos con la incomodidad, que exploran la incertidumbre o la ambigüedad o que representan a los jóvenes como supervivientes o como los dueños de sus propios destinos?
Que lean fantasía y ciencia ficción. En estos géneros, los jóvenes pueden verse a sí mismos, afrontando, sobreviviendo y aprendiendo lecciones que les permiten desarrollar habilidades como la empatía, la resiliencia o la creatividad. Capacidades que a menudo la vida cotidiana y la realidad no son suficientes para dar pie a ellas.