La norma les aleja de las adjudicaciones de suministros a bibliotecas y temen que ocurra lo mismo con las becas a libros de texto
Las librerías tradicionales no pasan por su mejor momento. Las grandes plataformas de venta por internet como Amazon amenazan con llevar a pique su modelo de negocio, acabando con los establecimientos que hasta ahora se encargaban del comercio de libros. A las amenazas de las grandes corporaciones se suma ahora la nueva Ley de Contratos que entró en vigor el pasado año, según denuncia el presidente del Gremio de Libreros en Asturias, Rafael Gutiérrez, quien regenta en Gijón la librería La buena letra. «Hablamos de que hay negocios que pueden perder un 30% de sus ingresos y de que muchos estarán abocados al cierre», afirma.
La explicación a esta nueva amenaza está, según explica Gutiérrez, en los preceptos de una ley que les aleja, un poco más, de las compras de libros de texto, así como de las adjudicaciones de suministros de nuevas obras para las bibliotecas públicas.
La nueva Ley de Contratos prioriza los criterios económicos. Cuando las administraciones públicas se enfrentan a la redacción de un pliego de condiciones, los preceptos cuantificables mandan. Y eso, para los libreros, es un problema. «El libro tiene un precio y un descuento fijo, por lo que ese criterio es igual para todos, ya seas una gran empresa o una pequeña librería», explica Rafael Gutiérrez. Si en el primer punto todos pueden ofertar lo mismo, es en los siguientes donde se dirime la adjudicación. «Estamos viendo criterios como la entrega de lotes gratuitos, que para nosotros es un descuento encubierto. También se están regalando alarmas para libros y se pide la organización de actividades en bibliotecas». Regular así este tipo de concursos favorece, según explica Rafael Gutiérrez, a las grandes empresas. «No hay posibilidad de competir frente a las grandes multinacionales de Madrid o Barcelona, estamos en una situación de desigualdad», denuncia.
Hasta que el pasado año entró en vigor la nueva Ley de Contratos las adjudicaciones de suministros para bibliotecas en Asturias se hacían de forma directa. «Las compras se repartían entre las librerías. Ahora no es así. Entendemos que para la administración es difícil establecer otros criterios, pero para las librerías de barrio o de pueblos pequeños esto es un gran problema. Por eso planteamos que el libro se saque de la ley de contratos, porque tiene un precio fijo. Estamos hablando de las librerías como motores culturales».
El problema que ya sufren con los suministros a bibliotecas temen que se reproduzca con las adjudicaciones de las becas de libros de texto. El pasado año el Principado concedió 1,9 millones de euros en becas escolares para la compra y reutilización de libros de texto. Los adjudicatarios de las ayudas se agrupan por centros educativos y son los propios colegios los que realizan las compras con el dinero que les transfiere el Principado. «Creemos que esas compras van a tener el mismo problema, porque entendemos que tendrán que regirse también por la Ley de Contratos», señala Rafael Gutiérrez.
Aquí el problema va más allá de la propia norma de la administración. El precio de los libros de texto de la etapa de educación obligatoria está liberalizado, y los libreros se están encontrando con que las editoriales «dejan a los centros los libros más baratos que a las librerías. Y ahora, si las compras por becas se suman a la ley de contratos, ¿cómo voy a poder poner mejor precio que una editorial?», se pregunta Rafael Gutiérrez.
El presidente del Gremio de Libreros en Asturias reclama «volver al sistema tradicional: recuperar el precio fijo del libro y que cada parte haga su trabajo; las editoriales vender libros a las librerías, los colegios dar clase y los libreros vender libros». Rafael Gutiérrez no culpa a los centros de su situación, «si por el mismo dinero les dan más libros…», pero también cree que los colegios, aunque «no se están lucrando y lo hacen con toda la buena voluntad, no son los lugares adecuados para hacer transacciones económicas».