El Día de la Biblioteca se celebra en España en más de seis mil establecimientos reconvertidos en centros culturales y prestadores de servicios sociales a la comunidad. Una de cada tres personas visitó el año pasado una biblioteca y los préstamos digitales aumentaron en medio de recortes económicos y la revolución tecnológica

omo en un cuento clásico, la adversidad no solo no ha acabado con las bibliotecas, sino que parece convertirlas en una especie de nuevo héroe de la ciudadanía. En España, una de cada tres personas visitó alguna biblioteca en el último año y los préstamos digitales aumentaron un 67%. El ecosistema analógico y digital reverdece y convive allí en armonía y como complemento el uno del otro.

Las bibliotecas son los nuevos centros culturales y cívicos y refuerzan su papel protagónico en la sociedad. Y lo hacen sin cambiar su nombre milenario en un mundo donde todo cambia y tiende a la fugacidad. Han sabido adaptarse a lo largo de los años y afrontan dos retos fundamentales, según Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional de España:

  •  La integración a las comunidades a las que sirven y la contribución directa con los fines a la propia comunidad.
  • La preservación de los contenidos digitales y demás soportes.

Este nuevo ADN y estatus lo logran con varios elementos en contra: la crisis económica, la escasez de recursos, los grandes cambios traídos por la revolución digital, la transformación continua del libro y los nuevos hábitos culturales y de ocio en la sociedad. Y lo hacen con dos retos fundamentales:

Así llegan a un nuevo Día de la Biblioteca, una iniciativa que nació en 1997 a propuesta de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil y apoyada por el Ministerio de Cultura. El 24 de octubre conmemora de esta manera el recuerdo de la destrucción de la biblioteca de Sarajevo incendiada en 1992 durante el conflicto balcánico. Con esta iniciativa se pretende trasladar a la opinión pública la importancia de la biblioteca como lugar de encuentro de los lectores de todas las edades y en espacio e instrumento de mejora en la formación y convivencia humana.

Esa nueva identidad y reinvención se debe a que la biblioteca trasciende como lugar de consulta, investigación, lectura y préstamo de libros y obras sin importar su soporte: papel, digital audiolibro, video y demás inventos presentes y futuros que contengan información. Desde hace unos años, las bibliotecas prestan diferentes clases de servicios: desde lugar de encuentro de las comunidades para diferentes actividades, guía y orientadora de internet y de consultas de todo tipo de la comunidad y como foro de la sociedad.

En España hay 6.636 bibliotecas de acceso público, de las cuales 4.610 son de la red pública, además de 77 bibliobuses. Casi la mitad de la población está inscrita a alguna de las de acceso público y dos de cada tres personas a una biblioteca pública. El número de documentos asciende a casi 300 millones (según datos de 2016) distribuidos así: 62,2%  y un 7,1% documentos sonoros y audiovisuales. Los documentos electrónicos alcanzaron el 11,3%, frente al 10,5% de 2014. En cuanto a los préstamos, los usuarios en sala se llevan un promedio de once libros al año mientras en el préstamo digital es de nueve por persona.

Convivencia analógica y digital

En las bibliotecas del presente y del futuro no hay diferencias entre el mundo digital y el analógico porque la consigna es facilitar la información. “Son un punto de encuentro de la ciudadanía, de los creadores para cumplir y dar salida a informaciones y cuestiones sociales”, explica Alicia Sellés, directora de Fesabid (Federación Española de Sociedades de Archivística, Biblioteconomía, Documentación y Museística).

Hay dos papeles diferenciados, aclara Sellés: “el uso analógico como relación humana y lo digital para reducir la brecha de acceso a la información y para ayudar a la gente a que sepa utilizar esa información, entenderla, crear y aprender a compartirla”.

Las bibliotecas se fortalecen como el eslabón en la relación con las personas, al igual que lo hacen cada vez más las librerías, afirma Sellés. “Los propios bibliotecarios tenemos que creernos esto. La profesión de bibliotecario es funcionarial y no siempre ha estado en las mejores condiciones. Las condiciones laborales son complicadas. Los nuevos profesionales deben interiorizar estos cambios y hacerlos suyos. No solo practicar y potenciar el fomento de la lectura, sino que hay que ampliar esa visión hacia todo lo que facilita el conocimiento”.

Una labor que en plena exploración y expansión. Un ejemplo se aprecia en las Bibliotecas de Las Rozas, en Madrid (Biblioteca Municipal de Las Matas, Marga Gil Roësset y la Biblioteca Municipal Leon Tolstoi). Su trabajo y transformación las llevaron a obtener el Premio Liber 2018 al Fomento de la lectura “por su extraordinario dinamismo en la organización de actividades”.

La clave,  aseguran Alicia Orden y Carmen Serrano, responsables de las bibliotecas, está en buscar “trabajar por reforzar la presencia de la Biblioteca en el Municipio, potenciar la formación de usuarios en tiempos de internet: cómo manejar los recursos que las bibliotecas nos ofrecen , nuevos servicios y consolidar a las bibliotecas como espacios públicos culturales que nos permiten y facilitan el acceso al conocimiento, a la lectura, al estudio, a la investigación, al disfrute de la actividad artística… entre otras muchas cosas”.

En las Bibliotecas de Las Rozas, dicen Orden y Serrano, entienden que el fomento de la lectura es labor diaria y por ello, además de contar con una colección variada, actualizada y en continuo crecimiento con 210.000 volúmenes (libros y audiovisuales), 70.540 socios ( una cifra que se acerca a los dos tercios de la población de la localidad) tres edificios de referencia con 1.249 puestos de lectura y 6.792 m 2 dedicados al servicio bibliotecario. “A lo largo de los 311 días de apertura y la ampliación de los horarios recibieron durante el año pasado cerca de 600.000 visitas, confirmando a este Servicio como uno de los más demandados y valorados por los vecinos”.

Estas tres bibliotecas han tenido en el último año 655 actividades con 27.037 participantes. A través de ellas se puede ver el nuevo ADN más proactivo: espacios culturales que además de ofrecer información de lectura y préstamo de libros, invitan e involucran al público en actividades todo el año con una oferta amplia y variada y dinámica para todas las edades.

6.636 bibliotecas y 77 bibliobuses

Casi la mitad de la población española está inscrita en alguna de las 6.636 bibliotecas de acceso público, y más de un tercio a una biblioteca pública. El número de usuarios activos de la biblioteca pública crece y alcanzan una media de 11,4 préstamos por usuario, aunque desciende la proporción de visitas frecuentes.

España cuenta con una importante red de bibliotecas públicas compuesta por un total de 4.610. En conjunto dan servicio al 97% de la población española y dan empleo a más de 12.500 personas. A ella hay que sumar los 77 bibliobuses que recorren el país. La mayoría de las bibliotecas (82,1%) son de titularidad pública, siendo la Administración Local la que mayor número soporta —4.092, de las cuales 3.863 prestan servicio de biblioteca pública—, según el informe El sector del libro en España, realizado por el Observatorio de la Lectura y el Libro del Ministerio de Cultura.

Las encuestas del informe determinan que uno de cada tres españoles declara haber visitado una biblioteca en el último año. Los jóvenes de 14 a 24 años son, tras los menores, los que presentan la mayor proporción de usuarios inscritos y activos, siendo la biblioteca pública la más visitada. Sin embargo, mientras los menores suelen acudir a ella para llevarse o devolver libros, los jóvenes la utilizan más con fines de estudio.

Cincuenta y tres de estas bibliotecas dependen directamente del Ministerio de Cultura. En 2017 estas Bibliotecas Públicas del Estado recibieron casi 19 millones de visitas y realizaron 7.207.366 préstamos. Los usuarios con carnets ascienden a más de dos millones y medio, pero solo 478.133 hicieron uso del servicio de préstamo. Durante 2017 los gastos de mantenimiento e inversión en estas bibliotecas fue de unos 73 millones de euros, de los cuales más de 3,5 millones se destinaron a adquisición bibliográfica.

Préstamo digital en aumento

Los españoles se muestran satisfechos con las bibliotecas. Según el estudio El sector del libro su puntuación ronda un Notable. También se constata un incremento de las visitas a las páginas web de las bibliotecas y una bajada de las visitas en sala.

Estos nuevos hábitos del público coinciden con el crecimiento de la oferta de libros electrónicos en el mercado, la disponibilidad de este tipo de libros en las bibliotecas y su demanda por parte de los lectores. Según la Estadística de Bibliotecas del INE, en 2016 se contabilizaron 16,12 millones de libros digitales en las bibliotecas, un 25,6% más que en 2014 —12,84 millones—. La proporción de libros electrónicos sobre el total de fondos fue del 5,6%.

Durante 2017 la colección ha experimentado un incremento del 61%, pasando de los 8.233 títulos en 2016 a 13.239 títulos en 2017, con un total de 431.682 licencias. En cuanto a la tipología documental 12.959 son libros, 200 audiolibros, 69 títulos de revistas, 7 títulos de periódicos y 4 base de datos, según las estadísticas del servicio eBiblio, plataforma de préstamo digital puesta en marcha por el Ministerio en colaboración con las diferentes comunidades autónomas, salvo el País Vasco que cuenta con la suya propia.

La reserva o préstamo de títulos en eBiblio aumentó un 23% con respecto a 2016. Es decir 45.227 usuarios, alcanzando los 55.625 prestatarios activos que realizaron un total de 510.888 préstamos, lo que supone una media de 9,2 préstamos por usuario.

El aumento de títulos disponibles y la incorporación de títulos de publicaciones periódicas han influido de manera positiva en este incremento de los préstamos. Audiolibros y revistas presentan unos índices de rotación mayores que los títulos de libros, poniendo de relieve el interés de los usuarios por este fondo documental de la colección, favorecida por su breve período de préstamo. Los libros son los documentos más prestados. Un 84% de los préstamos ha correspondido a libros, un 9% a publicaciones periódicas y un 7% de los préstamos han sido audiolibros. Cataluña y Madrid concentran el 61,3% del total de los préstamos, el resto se reparte por el resto de CCAA.

En la pasada edición de la Feria Internacional del Libro, LIBER, que reúne a los profesionales del mundo hispanohablante, quedó clara la evolución ascendente de los préstamos digitales. En el País Vasco, por ejemplo, en cuatro años pasaron de 3.000 a 30.000 usuarios y detectaron que los lectores de contenidos digitales son muy fieles, explicó Francisca Pulgar, responsable de la plataforma eLiburutegia del Gobierno vasco.

En el ámbito universitario las cifras son mayores: “El crecimiento, entre los años 2017 y 2018, del uso de los contenidos digitales de nuestras plataformas se ha incrementado un 47%”, explicó en el mismo foro Esther Simón, una de las responsables de la biblioteca de la UOC.

Retos y desafíos

Las bibliotecas han sabido adaptarse a los tiempos en cada momento y ahora también, asegura Ana Paz, directora de la Biblioteca Nacional de España: “En un mundo dual con una sociedad donde el consumo cultural ha cambiado tanto y que además caminamos hacia un futuro que corre muy de prisa la pregurna es cómo adaptar eatas instituciones milenarias que están cumpliendo la misma misión desde siempre de preservar, trnasmitir y permitir el acceso a un conocimiento que ahora se produce en diferentes soportes y cuando la relación física del objeto libro con el lector ha cambiado de manera radical”.

Dos constantes acompañan a las bibliotecas, explica Santos: “su adaptación y su nombre que no ha cambiado: biblioteca, auqnue no solo guarden libros sino también partituras musicales, películas, es decir, cualquier manifestación cultural que se edite, sobre todo las bibliotecas nacionales a través del depósito legal”.

Una metamorfosis que no ha sido ni es fácil. Es una adaptación con dificultades empezando por la ruptura de inercias. Además, asegura Santos, “falta un apoyo político claro de la dependencia de las distintas administraciones de las caules dependen las bibliotecas de la administración pública española”.

Cada biblioteca tiene sus propios fines, retos y desafíos. Ana Santos recuerda que las bibliotecas públicas son cada vez más lugares de encuentro y cohesión social dentro del barrio, distrito o ciudad donde, además, de prestar libros desarrollan muchas y diferentes actividades que van desde alfabetización, préstamo de libros hasta préstamo de sericios o ayuda de para búsqueda de empleo . En resumen, colaboran con los grupos de población en riesgo de exclusión. “Son auténticos centros cívicos de cultura y conocimiento”.

Las bibliotecas universitarias desarrollan nuevos métodos de aprendizaje y estudio personal o a distancia tanto en lo analógico como en lo digital. Y las bibliotecas nacionales, explica Santos, “que somos instituciones de la memoria que debemos preservar los contenidos y garantizar que pasan a las generaciones siguientes, digitalizamos nuestras colecciones cada vez más, al tiempo que garantizamos la preservación de los contenidos de la web y el depósito legal electrónico”.

En esta sociedad dual, analógica y digital, el reto es la preservación de los distintos soportes  y preveer cómo van a estar y dónde se van a poder leer “Es el salto que hay que dar”, sentencia Santos, y añade: “Las bibliotecas tenemos un valor de marca y somo queridas por el entorno. Hay que saber aprovecharloo para abrir puertas con actividades a todo tipo de público que pueda revertir en la sociedad”.

Parafraseando a Mallarmé cuando dijo que “todo en el mundo existe para acabar convertido en un bello libro”, toda biblioteca existe para embellecer y mejorar el mundo.

FUENTE: WMAGAZIN