Con Beatriz Sanjuán la lectura comienza antes de leer, entre libros, cantos y voces. Regala palabras nuevas a los bebés y, a las familias, una experiencia inolvidable.

¡Hola, Beatriz! Un placer saludarte y contar contigo como experta bebetecaria”. Aunque es una propuesta difícil… ¿podrías decirnos qué es lo más importante que has aprendido de tu trabajo con familias y bebés?

Lo más importante ha sido la “traducción simultánea”. Todos los padres, las familias de los bebés, aprenden a traducir lo que los bebés dicen antes de saber hablar. Su bebé señala y ellos interpretan: le gustan las luces. Si vuelve la cabeza, la familia sabe: busca a su hermano. Cuando dice “aia”, significa merienda.
Yo llevo veinte años leyendo con ellos y observando gestos, ritmos, reacciones que se repiten ante la lectura, los libros y la voz literaria. No son casuales sino asombrosamente precisos, placenteros y necesarios para el bebé. Busca y celebra esa interacción con un afán conmovedor, una entrega absoluta.

¿Cómo funcionan los talleres que realizas? ¿Sigues algunos principios o pautas determinadas?

Mis talleres de Lectura Compartida en familia siguen unas pautas muy determinadas en la teoría, para que en la realidad haya el mayor margen posible de “improvisación controlada”. Me explico: si yo procuro la mejor selección, el espacio idóneo, el número adecuado de asistentes, el horario… cuando llegue la hora de la verdad (en la que muy rara vez coincide todo lo planificado y, por supuesto, en la cada bebé y cada familia es un universo único) toda esa preparación y experiencia previas estarán al servicio del momento, del presente. No estaré pendiente de recordar el cuento, sino de ver las señales por las cuales los bebés comunican qué punto de emoción les gusta en una historia, qué ritmo acompaña a unas palabras o cuándo necesitan tocar el libro o moverse.

El principio más importante es la sesión inicial, que se celebra sólo con los adultos, sin la presencia de los niños. En ella anticipo cosas que van a pasar, para que se fijen y las entiendan cuando llegue el momento. Traduzco la importancia que tienen para sus hijos, lo que significan para ellos. Y no suele coincidir con lo que tenemos en mente los mayores.

El Taller es un todo. En total consta de entre siete y doce sesiones periódicas, siempre con las mismas familias. En ellas leemos una media de 5 a 7 títulos que representan distintas propuestas: lírica, aventuras cotidianas o movimiento, por ejemplo. Hay un tiempo para ver una selección mayor y elegir lo que se llevarán en préstamo, y otro para comentar cómo se ha vivido en casa la lectura.

¿Cuáles son los requisitos que deben tenerse en cuenta para abrir una “bebeteca” en una biblioteca o en un espacio privado?

El espacio es muy importante, aunque conozco muy pocos que se adapten al ideal: no demasiado grande, cómodo a ras de suelo, con alfombra o colchoneta que se pueda limpiar, sin juguetes y con una selección muy cuidada y bien mantenida, más atenta a la calidad que a la cantidad.

Lo fundamental son las personas que atienden ese espacio. Por encima de todo, que disfruten leyendo con los bebés, dialogando con ellos, aprendiendo de lo que nos comunican. Pero que sepan respetar, que no busquen protagonismo. Los niños y las familias son los protagonistas, los lazos que se fortalecen a través de las lecturas son lo primero. Nosotros sólo estamos allí para facilitar esa experiencia maravillosa.

Ilustración de Alicia Varela después de asistir a uno de los talleres de Beatriz.

¿Cuáles son, en tu experiencia, aquellos libros que conectan muy bien con los más pequeños? ¿Por qué crees que es así?

Siempre digo que hay dos claves en un buen libro para bebés: la identificación y la secuencia. La identificación se suele lograr a través del personaje, pero se basa más en sus vivencias que en su aspecto. Pequeño Azul y Pequeño Amarillo, de Leo Lionni, es un buen ejemplo. Pequeño Azul puede parecer muy abstracto para un adulto: no tiene rasgos, ni ropa, ni siquiera nombre. No es más que una mancha. Pero en su historia vive lo mismo que un niño y el lector se reconoce a sí mismo. Todo lo que le pasa a Pequeño Azul tiene que ver con su entorno cotidiano y con experiencias fundamentales acerca de su autonomía y seguridad afectiva.

Por su parte, la secuencia es la disposición lógica del discurso, tanto en imágenes como en palabras. Cada elemento ha de situarse en una posición que yo llamaría necesaria con respecto a los otros. No tiene por qué ser simple ni predecible, ni siquiera ser la misma posición en cada lectura, pero siempre construye un camino hacia la interpretación. Los libros de las estaciones de Rotraut Susanne Berner son perfectos para entender esto. Los padres se asombran de que sus bebés puedan seguir tal multiplicidad de historias y personajes. Pero todo está perfectamente colocado en esas páginas aparentemente abarrotadas y cada lector elige sus recorridos en función del momento, el gusto o los intereses.

La identificación y la secuencia son claves para nuestra experiencia lectora durante toda la vida, no sólo en la infancia. Hacemos pactos inquebrantables con ciertos personajes y autores. Buscamos la seguridad de algunos géneros cuya secuencia resulta placentera en su familiaridad. Pero también nos deslumbran las fórmulas novedosas que pueden incluso renovar la historia de la ficción, reorganizando lo que hasta entonces parecía inmutable. El ejemplo que siempre me asalta es el Quijote, con sus personajes tan dignos de telenovela como de ensayo filosófico, y su mezcla de géneros populares, cultos y aún no inventados, que dieron lugar al que aún predomina en la literatura moderna: la novela.
Ni al Quijote ni a sus lectores los tomaron muy en serio en su momento. Lo mismo sucede con los niños y sus lecturas. Pero en mi opinión el estudio de su recepción literaria nos enseñaría mucho si no lo contemplásemos con tanta arrogancia.

¿Puedes compartir con nosotros un recuerdo entrañable ocurrido en tus talleres?

Voy a elegir uno especialmente relacionado con tu blog. Sucedió en una Escuela 0 a 3 años de un pueblo asturiano, donde la directora organizó una sesión con la asistencia de las familias. Conté algunos libros que llamo “de bienvenida” (títulos muy conocidos por los bebés que les hacen sentirse cómodos desde el principio) y luego el “plato fuerte”: La sorpresa de Nandi, de Eileen Brown.

Nandi lleva en su cabeza una cesta de frutas para su amiga Tindi. Mientras se pregunta cuál será su fruta favorita, los animales de la sabana van robando las que ellos prefieren sin que ella se dé cuenta. Nosotras hacíamos circular esas frutas entre los bebés para que pudiesen tocarlas, olerlas, sentir su peso… Uno de ellos repetía el nombre de cada fruta como si esa palabra pudiese conservar todas las experiencias sensoriales y revivirlas mágicamente después. Nos miramos y le dije: “qué falta te hacen estas palabras, cómo se nota que te gustan”. Al final probamos el zumo de las frutas, algunos pedacitos. Pasaron muchas cosas bonitas que suelen pasar. Al cabo de unos días coincidí con la directora en el grupo de selección de lecturas. Me dijo: “Tengo que contarte algo. Me respigo toda sólo de recordarlo”. El niño que había repetido con tanta pasión las palabras de Nandi estaba diagnosticado con trastorno del espectro autista. Los especialistas de su caso habían desaconsejado su asistencia, por la alteración que suponían para él las interacciones en grupo con desconocidos. A pesar de ello, su abuela había decidido acudir con él, porque no soportaba la idea de que su nieto no pudiese disfrutar de aquellos cuentos. El pequeño nunca hablaba en la escuela. Pero en medio de la historia de Nandi se alimentó de palabras, las encarnó, las degustó mientras las pronunciaba con absoluta claridad. Y su abuela estaba allí para verlo y encontrar el camino de nuevo.

Por último, tus años de trabajo en la primerísima infancia te ha dado un gran conocimiento. ¿Qué consejos o recomendaciones darías como profesional a quienes quieren abrir estos espacios de lectura?

El consejo básico ya lo he dado e insisto en él: hay que ESTAR allí plenamente. Disfrutar piel con piel. Escuchar y compartir, con todos los sentidos, lo que está sucediendo. Hay que desconectar de las preocupaciones cotidianas y de las prisas: respirar hondo y sumergirse en la lectura. Seguir el ritmo que nos marca nuestro bebé, sus indicaciones y preguntas, aunque no las formule en “nuestro idioma”. Si se para, es por algo. Si se mece, es por algo. Si ríe, si se asusta, si pide o rechaza, hay que traducir, pero no desde el prejuicio. Asustarse, por ejemplo, no es “malo”: es una experiencia más para conocer, acompañar, enfrentarse juntos o esperar.
Cuando un profesional de la lectura compartida hace bien su trabajo no es un elemento protagonista, ni siquiera necesario, de la ecuación. Puede guiar a las familias para que se den cuenta de la oportunidad concentradora de afecto y comunicación que tienen a su alcance cada día, gratuitamente y sin condiciones. Puede seleccionar buenos materiales de lectura para que esos momentos sean más placenteros y amplíen la curiosidad de unos y otros hacia el arte, el mundo y los demás. Puede apoyar y mejorar los servicios públicos con su labor investigadora, formadora y divulgadora. Pero los protagonistas son, siempre, los niños y sus familias.

¡Muchísimas gracias, Beatriz!

Beatriz Sanjuán es licenciada en Filología hispánica y especialista  en Promoción de la lectura y literatura infantil, dirige la empresa VIA LIBRI. Desde 1994 ha realizado programas de formación lectora con diversos organismos públicos y privados. Podemos destacar su Escalera de libros —talleres de lectura compartida para bebés y familias—, Mil formas de leer y de contar —proyecto de lectura y creación en centros escolares—, Todo el mundo cuenta —ciclos para diversos ayuntamientos— y Leer para vivir —propuestas docentes y de selección para profesorado de todos los niveles educativos.

Forma parte del Equipo TresBrujas de Gestión Cultural, ubicado en Gijón, donde además de actuaciones en los campos ya mencionados realiza labores de edición. Entre sus trabajos como equipo destaca Rutas de lectura, una propuesta para introducir el álbum ilustrado en los colegios. Recientemente, Las Tres Brujas han abierto una escuela de formación on line de literatura infantil en la que Beatriz es profesora. Sus talleres presenciales se pueden disfrutar en vivo y en directo, en general, en El bosque de la Maga Colibrí.

Foto de estudio: Alejandro Nafría.

FUENTE: CUANDO TE PRESENTO EL MUNDO