Algunos de los desafíos que plantea la era digital en la vida cotidiana y, sobre todo, a los profesionales de la cultura.

No hace mucho, académicos y escritores se reunían para analizar la influencia de internet en la literatura, teniendo en cuenta que la red virtual era y es el soporto más utilizado para una o dos generaciones de lectores y una o dos generaciones de autores.

La conclusión de escritores como Marta Sanz o Vicente Molina Foix y académicos de la lengua española como Luis Goytisolo, reunidos en noviembre de 2015 en el Instituto Cervantes de Madrid, coincidieron en aseverar que internet, finalmente, “influye en la forma de crear, pero para mal”.

“Muchas de las formas de comunicación hoy día se caracterizan por la superficialidad que definen lo antiliterario”, sostenía Sanz, mientras que Goytisolo advertía que “internet no es siempre una solución y la frase de ‘en internet está todo’ es completamente falsa”.

Puede que todos ellos tengan una buena parte de razón, teniendo en cuenta que durante los últimos años, desde el inicio del nuevo siglo especialmente, las tecnologías han crecido de un modo acelerado, espiralado, pero las capacidades para usar de esas increíbles herramientas –literariamente hablando– continúan siendo las mismas que en el siglo XX y aún del XIX.

Más allá de las redes sociales, de los 140 caracteres de Twitter o de los muchos permitidos por Facebook, lo cierto es que la creación de contenidos continúa respetando idénticos parámetros que en la era predigital, preinternet.

Por esa razón, la creación, el diseño y la edición de contenidos literarios se han convertido en un gran reto en la vida cotidiana y muy particularmente para los profesionales de la cultura, a quienes aún resta explorar las novedosas posibilidades creativas de herramientas tecnológicas, desde el ordenador o desde el teléfono móvil.

Se trata, pues, de explorar las posibilidades de una nueva didáctica de la literatura que implique un nuevo abordaje de la enseñanza, la creación y la gestión de contenidos culturales a través de soportes digitales y multimedia. Todo un desafío.